Siempre me pregunto lo mismo, y es qué estaría dispuesto a dar por ganar. Y siempre me respondo lo mismo: cualquier cosa menos una. Mi honor. El honor no se toca. La honra, la conciencia y el corazón SIEMPRE deben quedar por encima de cualquier acción.
El momento en el que el ansia de ganar nubla el honor para mí pierde sentido el deporte. No soy nadie para dar ningún tipo de lección a nadie, ni es mi intención en absoluto. Cada uno es cada uno con sus circunstancias y a cada persona le moverá algo distinto para practicar su deporte. Pero yo lo tengo muy claro.
Creo que el deporte es mucho más que éso, y creo que el RUGBY es el máximo exponente de la palabra deporte. Cosas como ésas me hacen sentirme frustrado y cabreado con el mundo: ¿cómo se puede mancillar así algo tan bonito? A mí no me entra en la cabeza. Repito: a mí. Y es que la sensación de haberlo dado todo dentro del campo, haber sido duro y haber aguantado de pie los envites del equipo rival, para mí, sabe mucho mejor que cualquier victoria.
Y sobre todo, creo que se lo debo al rugby. Se lo debo a Wilko, a Brian O’Driscoll, a Dan Carter, a Lawrence Dallaglio, a Kieran Read y a un sinfín de nombres que me han hecho amar ésto.Se lo debo al trébol, a la rosa, al gallo, al helecho, al wallabie y al puma. A estas alturas y visto lo visto no sé si más que un romántico de 22 años, soy un loco. Pero eso sí, un loco honrado. Por éso jamás gritaré si no me duele, jamás fingiré. Es algo que me he prometido a mí mismo. Es algo que le he prometido al RUGBY.
FIRDEJUAN
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